Nota importante: El texto de esta entrada lo tomo literal del artículo publicado en la web por Santos M. Mateos de la universidad de Vic (aquí el enlace).
El artvertiser ucraniano Adolphe Marie Mouron (1901-1968), conocido bajo el pseudónimo de Cassandre, es un excelente caso para ilustrar cómo algunas de las experimentaciones y los logros de las primeras vanguardias artísticas se inocularon en el cartel comercial, permitiendo un provechoso diálogo entre el arte moderno, el diseño (ilustración y tipografía) y la publicidad.
Integrante fundamental del grupito de diseñadores conocidos como los “cuatro mosqueteros” del diseño moderno francés (junto a Paul Colin, Jean Carlu y Charles Loupot2) reunidos alrededor de la Union des Artistes Modernes (UAM), supo sintetizar los planteamientos plásticos modernos con los requerimientos comunicativos del cartel (fundamentalmente en cuestiones de legibilidad y atrapabilidad), construyendo un lenguaje gráfico capaz de dinamizar la escena artística de París que, gracias a este tipo de producción, pasaba de los museos y las galerías a la calle (Sauvage, 2005). Su propuestas transformaron de forma tan prodigiosa las calles parisinas que contemporáneos suyos, como el poeta Blaise Cendrars, lo consideraban “el primer director escénico de la calle”3. Impacto que recuperaba las glorias de la época esplendorosa del cartel comercial, cuando los affiches de Jules Chéret, Henri de Toulouse-Lautrec, Théophile Steinlen o Alphonse Mucha embellecían el París de la Belle Époque. El impacto de su obra fue tal que, con 35 años todavía no cumplidos, el MoMA de Nueva York le organizaba en 1936 una exposición retrospectiva de sus carteles: Posters by A. M. Cassandre (MoMA: 2011). Cassandre peregrinará hasta EE. UU., firmando un contrato para diseñar las portadas de Harper’s Bazaar, cuya colaboración se extenderá hasta 1940.
Buen conocedor de los recursos plásticos procedentes de los diferentes “ismos” (cubismo, futurismo, constructivismo, surrealismo, etc.), sólo los utilizará cuando sean útiles para construir un mensaje publicitario eficaz, mediante la creación de un lenguaje breve, sintético y moderno que sintoniza con su idea de lo que debía ser un buen cartel y aquello que debía conseguir: “un cartel dirigido al apresurado viandante, hostigado por un alud de imágenes de todas clases, ha de provocar sorpresa, violentar la sensibilidad y señalar la memoria con una huella indeleble”.
Fiel a esa idea, siempre que utilice algún recurso plástico vanguardista lo hará de forma sutil, sin olvidar en ningún momento las características propias del cartel. Es fácil ver en las formas rotundas y esquemáticas del trabajador del cartel para la ropa de trabajo SAVO (1930) o en la especie de naturaleza muerta creada para publicitar el Wagon-Bar (1932), que el referente utilizado procede del cubismo. Como también es fácilmente perceptible que en las ruedas y las bielas en movimiento del ferrocarril que hará para la compañía ferroviaria London Midland and Scottish (1928), el recurso visual procede del lenguaje futurista. Mientras que en el cartel para el aperitivo Bonal (1935) se percibe claramente la deuda con el surrealismo, concretamente en esa llave que se introduce en el estómago del personaje que bebe el producto, sintetizando visualmente su máxima bondad: abrir el apetito4.
Pero no sólo fue capaz de absorber diferentes influencias y supo sintetizarlas plasmándolas en soluciones icónicas magistrales como las comentadas, pues también tuvo en sus carteles un especial interés y cuidado por la correcta integración de la parte tipográfica, llegando a una perfecta armonía gráfica. En este sentido vale la pena observar una de sus mejores carteles: el del vino aperitivo Dubonnet (1932), que gestaría durante su efímera aventura en la agencia l’Alliance Graphique. Con un tratamiento similar a los cómics y recordando de forma muy directa a las cronofotografías de Eadweard Muybridge, Cassandre nos muestra una trifásica secuencia cinemática donde un muy cubista personaje comienza por admirar la bebida en la copa, la degusta, para acabar en el momento que vuelve a servirse una nueva copa. En toda esta historia en tres actos, el hombre va tomando color progresivamente, consiguiendo la máxima intensidad en la última “viñeta”. Proceso icónico que se acompaña por la tipografía que reproduce el nombre de la marca, que realiza el mismo camino de reconstitución cromática: DUBO-DUBON-DUBONNET.
Siguiendo la opinión de Zagrodzki (2001: 79), al observar la riqueza léxica y sintáctica junto a la calidad estética de la importante producción cartelística de este affichiste, es complicado encajar su asimilación del diseñador de carteles a un funcionario de telégrafos (citado en Weill, 1982: 79), encargado sólo de enviar mensajes claros, buenos y exactos sin poder dar su opinión. Un simple transmisor de mensajes entre productor y consumidor. Opinión difícil de entender, pues si alguien no fue un simple telegrafista en el diseño de carteles, no cabe la menor duda que fue él.
El interés de Cassandre por la parte textual se comprueba en alguno de sus carteles, donde experimenta con la tipografía con casos tan interesantes como el del cartel NENYTO. NEderlandsche NYverheidsten TOonstelling (1927), donde algunas letras imitan muros de ladrillo; o el del cartel Sweepstake para la carrera hípica del Arc de triomphe (1935), en el que el c Pero ese interés por la tipografía fue un poco más allá de la experimentación en este soporte publicitario, diseñando también tres especímenes tipográficos para la famosa fundición Deberny et Peignot: el Bifur (editado el año 1929), el Acier (1930) y el Peignot (1937)5. Tipografías todas ellas que habían tenido ya como probeta de ensayo alguno de sus carteles: el de Nord Express (1927) para la Bifur, el del vino aperitivo Pivolo (1924) para la Acier y el cartel para el periódico Le Jour (1933) para la Peignot.
Otros carteles de interés:
Excelente trabajo de éste artesano cartelista, allá por Enero del año pasado hice varias entradas sobre los cartelistas rusos de la llamada caballería roja: Klucis, Rodchenko, Kandinsky entre otros, eran los publicistas del estado, fueron silenciados por el régimen staliniano, eran los vanguardistas sociales.
Gran trabajo Carlos.
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